Estaban todos acostados sobre el pasto demasiado verde manzana en ese cerro muy alto del que nadie sabía el nombre. Estaban ella y María y Gonzalo y Fabián. Gonzalo fue el primero en hablar, dijo algo sobre una nube asomando por el otro cerro y algo sobre que tenía forma de perro dobermann (ella no tenía idea como eran los famosos dobermann). María y él empezaron a buscar formas, pero ella se quedó callada. "No ves nada?", le preguntó Fabián, girando la cabeza para mirarla. No, respondió. No quería parecer aburrida, pero Fabián le gustaba y no podía decirle que en realidad miraba el cielo y que todas las nubes que veía se le presentaban irremediablemente con forma de pene. No.
Fabián miró hacia arriba.
-Yo veo puros picos-dijo.
Y entonces, muy rápido, la miró, le sonrió y se inclinó para darle un beso.
Él.
Te quiero, con todas las letras que tiene y no tiene aquella palabra. Te quiero de manera infinita y vasta, amplia, árida, húmeda, amarilla, quizá de todos los colores. Te quiero desde hace tanto tiempo que ya se me hace eterno porque nadie debería quererte tanto, menos a ti. Y perdóname la franqueza de decir que no hay día de todos estos años en que tú no estés ahí, siempre ahí, para mejor o peor.
No lo entiendo. De veras que no. Y no sé qué es lo más terrible, no sé si verte siempre o no verte nunca más. No sé que es más triste, si haber creído querer a tantos como te quise a ti, o admitir la mentira hoy. Eres todo el dolor, todo el dolor en mi cuerpo. Eres los ojos que vi en él, la boca en otro, las pestañas de ese. La forma de cara, las manos. Para qué negarlo? Me vuelvo cada vez más ineficaz en ello. Y me asusta, me asusta la vida entera de esta forma. Y si no hay nadie que aparezca? Nadie que te borre, por fin? Tiene que haber alguien con otras formas, alguien, por Dios, porque soy capaz de implorarle a Dios y a todos con tal de que esto se acabe por fin. Porque pareciera que ni siquiera quiero sacarte, ni siquiera. Pero ya basta, por favor, ya basta. Lo ruego, lo ruego, lo imploro, con todas mis fuerzas. Porque tan imposible como Ashley eres igual de tortuoso que Heathcliff y tan doloroso como Rick. Excepto que nosotros nunca tuvimos a París y jamás la podremos tener. Y eso es lo que pesa, que jamás es demasiado tiempo y yo autoimpuse la promesa, yo te lo dije, yo lo escribí. "Te voy a querer para siempre. Adios."
No lo entiendo. De veras que no. Y no sé qué es lo más terrible, no sé si verte siempre o no verte nunca más. No sé que es más triste, si haber creído querer a tantos como te quise a ti, o admitir la mentira hoy. Eres todo el dolor, todo el dolor en mi cuerpo. Eres los ojos que vi en él, la boca en otro, las pestañas de ese. La forma de cara, las manos. Para qué negarlo? Me vuelvo cada vez más ineficaz en ello. Y me asusta, me asusta la vida entera de esta forma. Y si no hay nadie que aparezca? Nadie que te borre, por fin? Tiene que haber alguien con otras formas, alguien, por Dios, porque soy capaz de implorarle a Dios y a todos con tal de que esto se acabe por fin. Porque pareciera que ni siquiera quiero sacarte, ni siquiera. Pero ya basta, por favor, ya basta. Lo ruego, lo ruego, lo imploro, con todas mis fuerzas. Porque tan imposible como Ashley eres igual de tortuoso que Heathcliff y tan doloroso como Rick. Excepto que nosotros nunca tuvimos a París y jamás la podremos tener. Y eso es lo que pesa, que jamás es demasiado tiempo y yo autoimpuse la promesa, yo te lo dije, yo lo escribí. "Te voy a querer para siempre. Adios."
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