Delicate

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Iba atrasada.
No solía llegar tarde a nada, pero fue uno de "esos" días. La ropa, el agua tardándose algo más de lo normal en calentarse, las llaves del auto perdidas, la licencia en algún lugar y un par de cosas más. Incluso las entradas se le quedaron: perdió media hora en volver a buscarlas.

Iba sola, como siempre. Matias había querido acompañarla, pero le dijo que aunque él fuese, no compraría un boleto que estuviese remotamente cerca de él. Odiaba ir acompañada a los conciertos. Quizá odiar fuese un poco fuerte, después de todo. Pero se sentía más cómoda sola.

Estuvo casi veinte minutos buscando un estacionamiento. Cuando por fin cruzó las puertas, el concierto ya había partido. Lloró la mayor parte del tiempo. Ni siquiera pudo cantar, más que mal casi todas las canciones de Damien Rice le recordaban a él. Había pasado mucho tiempo, pero también era la primera vez desde que ya no estaban juntos que lo escuchaba.
Tal como lo había predicho hacía muchísimo tiempo una de sus canciones, había encontrado a alguien nuevo y las cosas habían comenzado a ir mejor. Tenía treinta y tantos, debía comenzar a sentar cabeza y Matias parecía un buen tipo como para intentar algo al respecto. Él la quería. Le había dado las llaves de su apartamento hacía un tiempo y allí mismo, accidentalmente, había encontrado un anillo entre sus cosas.
Quizá debiera decir que si. Aunque el sólo pensarlo hacía que se encogiera entera.

Cuando empezó a sonar Delicate supo que no había sido una buena idea ir, después de todo. Sintió una presión en el pecho, le costó respirar. Buscó en su bolso, pero no pudo encontrar su celular para poder llamar a Matias.

Logró llegar a las puertas y salió como pudo. Apoyó sus manos en sus rodillas cuando estuvo al aire libre e intentó recuperar la respiración pero le estaba costando trabajo. Cuánto tiempo había pasado? Años, sólo sabía que habían sido años. Ahora no parecía haber sido lo mejor, pero había sido lo correcto, después de todo. Ninguno de los dos había querido arriesgar demasiado, ni renunciar demasiado. No se arrepentía, pero aún así seguía doliendo.

Logró tranquilizarse. Se incorporó intentando recobrar un poco la compostura. Y lo vio.

-Sabía que estarías aquí-musitó el hombre de pie frente a ella.




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