tiempo

Las carencias que van ocurriendo se acumulan.
Unaencimadeotra.

luces del norte

Ayer soñé que caminaba en el desierto pero no estaba perdida.
Los encontraba a todos, bailando, cantando canciones que me daban pena pero también me hacían feliz.
Cuando llegaba a ti me decías "por fin".
Y yo te decía que las caravanas al parecer no solo existían en la tierra.
Al parecer sólo las terribles.

la cruz del sur

Vámonos al sur y trabajemos con frío y recorramos cerros y tengamos plantas y andemos en fiordos y escalemos montañas y recorramos las islas y recolectemos moras y hagamos mermeladas y tomemos té y tostemos el pan francés y veamos el cielo de día y veamos el cielo de noche y pidamos muchos deseos a las estrellas fugaces porque allá se ven y sentémonos al lado de la salamandra y andemos en pantuflas o calcetines o a pata pelá y pongámonos pijama de polar y durmamos con cuatro frazadas y despertemos con el vaho alrededor.
Y seamos felices.
Otra vez.

a la chuña

No entiendo porqué decir te amo se hace tan sencillo después de haber amado.
Es casi despilfarro.
Quizá hay algo sagrado que se pierde.
O que se gana.

Años

Nos pasamos sobreviviendo los días últimamente, durmiendo apenas para alucinar un rato de desesperacion, en caso de que podamos adelantar un poco los desenlaces que nos quedan.
Me duermo y tengo hambre y me duelen los muslos y las rodillas, un poco la cabeza, la espalda y las ganas de vivir.
Como en los momentos de verdad.
Como cuando no hay treguas posibles.

Primero hago, luego existo.

Compro flores en la calle y las arreglo sobre la mesa porque eso es lo que hace la gente resuelta. Las blancas hacia fuera, las azules hacia dentro, las ramitas de las que nunca logro acordarme el nombre, entre medio.
Hago almuerzo, porque eso es lo que hace la gente adulta. Almorzar, desayunar, cenar y en el orden coherente. Despertar a horas decentes, horas a las que despierta la gente feliz.
Tiendo la cama, después de airear unas horas las sábanas. El cubrecama doblado bajo la almohada, como me enseñó mi abuela, las sábanas ponerlas al revés para que el lado correcto quede a la vista.
Paso la aspiradora, porque eso es lo que hace la gente correcta. Despolvoreo los muebles, cambio las ampolletas que están malas, reemplazo las pilas que ya no sirven, llamo al gásfiter para que me arregle la cocina, llamo al señor que lava las alfombras.
Boto la basura y separo el vidrio del plástico del cartón de las latas.

Salgo más temprano, toco menos la bocina.

Y luego lo hago todo de nuevo.
A ver si uno de estos días me convierto en uno de ellos.

San Judas

Me gustan los santos.
Últimamente, y no sé de dónde viene todo eso, me siento muy apegada a eso. Las iglesias y el hábito de rezar, las plegarias y la duda. Plegaria es una palabra que me gusta mucho, por lo demás. Suena a lo que es, no crees? Ni más ni menos.
Así que me siento en el suelo, justo al lado de mi cama, apoyando mis brazos en ella, juntando mis manos con fuerza. No puedo parar de llorar y no sé porqué. No alcanzo a decir nada, no alcanzo a formar nada coherente tampoco. Pero me siento despojada de todo y me hallo de repente ofreciéndome a mí misma al cielo, de alguna manera u otra.

Dios.
Escúchame.

Numerología

No voy a ahogarte con más despedidas. No nos hacen ningún favor.
Tampoco podría pedirte que vuelvas, cuando la verdad es que no quiero.
Sólo quiero honrar la vividez de tu existencia, otra vez si es que lo quieres.
Y decirte que los 20 fueron nuestros, si.
Pero que los 13 ya no son tuyos.