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Estaban las cinco sentadas alrededor de aquella mesa redonda en ese café de Lastarria. Lo Tomaban todas con azúcar, excepto Camila, que lo prefería amargo.
En algún momento María comenzó a hablar sobre su nuevo novio Martín y entonces comenzó la deglución lenta y tediosa de todos los momentos y detalles que la habían llevado a conocerlo. Camila escuchó casi toda la historia, mientras Francisca, Laura y Magdalena fingían sistemáticamente caras de interés y tomaban pequeños sorbos de esas pequeñas tazas que habían costado un dineral.
Pasaron diez minutos con la descripción del primer beso y entonces no pudo aguantar más.
-Tengo Sida.
Lo escupió, así, sin más. Casi disfrutó ver la progresión de la deformación en la cara de sus amigas. Si hubiese dicho cáncer podría haber visto la lástima y la pena en sus caras, pero era Sida. y en el fondo de los ojos de todas ellas podía leer la misma sentencia moralista y escandalizada.
"Por puta le pasó".
Llevaba años aguantándolas, pero a pesar de todo las quería, qué le iba a hacer. Por eso sintió como por fin caía la culpa sobre su espalda cuando abrió de nuevo la boca y, mirándolas a todas a los ojos, les dijo:
-Y todas ustedes lo tienen también.