Gente.

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Lo bonito de Daniel era que, incluso en los peores momentos, como los lunes por la mañana, la gente del metro en hora pick, el desorden acumulado en su pieza después de llegar del trabajo e incluso en los momentos en el que la ensalada de su almuerzo incluía betarraga o en los que se sentía muy solo, incluso en todos esos momentos, nunca, de verdad nunca dejaba de intentar ser al menos un poquito feliz.


Medianoche.

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A veces podía soportarlo. Y sonreír, ser feliz, caminar.
Pero otras veces, sobretodo en la cama mientras él la miraba de esa forma tan íntima y en los besos especialmente largos, sentía esa pena tan extraña e irritable que por un momento la vida se le caía alrededor. Y pensaba en él y en la alegría.
Y le tomaba las manos, imaginando que las que la sostenían eran un poco más grandes.

What a cliché.

Y entonces todo estuvo muy claro.
Me desperté al mediodía.
Tomé el teléfono, incluso antes de tomar desayuno.
Pedí una hora.
Pasó una semana y ese día me levanté temprano. Llegué quince minutos antes.

Me echó un vistazo, le conté un poquito. Escribió algo en un papel y casi le creí la mirada de preocupación que me echó.

En el papel que me pasó, pude leer "fluoxetina".

Lo tomé en la noche.
Y al otro día,

La Felicidad.


Such a Rush

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-La revolución?.
Te miro con los brazos caídos. No lloro, pero si dependiera de mi...
Estaría gritando. En el piso.

No nos queda nada, ni siquiera eso. La maldita revolución.
-Peliemos-me dices.
Pero tu nunca has dado doble fondos a las cosas. Entonces no sé si me lo dices por todo o por nosotros. No, no lo dices por ambos, eso lo sé, al menos.
Así que me trago cualquier cosa que sienta, porque no sirve.
Y te respondo.
-Peliemos.
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así no más


Me da vergüenza escribir mal.
Pero más vergüenza me da no decir nada,
no pensar nada y
sobre todo,
no intentarlo.

[el tiempo] Pasa

Me acuerdo de finales de Julio.
Me acuerdo de creerte todo lo que me decías, hasta los insultos.
Me acuerdo que irme de ese lugar se sentía como arrastrarse en el suelo, como si el cuerpo no fuera cuerpo, como si caminar fuese imposible. Me acuerdo que cuando me subí a la micro prendí la música y sonó una canción horrible, que me lloré toda la avenida macul y toda la avenida la florida y ni siquiera me dio vergüenza.

Te vi hoy día.

No sentí nada.

I Ran Away

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Éramos muy felices, realmente felices. Pero un día supe que habíamos llegado a un límite. Que las cosas sólo iban a comenzar a ir en picada, que nos íbamos a empezar a aburrir, que después comenzaría el resentimiento. Nos terminaríamos odiando, porque no había otro camino posible.
Entonces nos hice inmortales.
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Su gato me ha hecho lo mismo cinco veces.

Como el gato de sus vecinos siempre se metía a su pieza en la noche y se acostaba en su cama hasta que subía para dormir, sólo para llevarse un susto de aquellos, un día se aburrió, salió de su casa, saltó la reja de sus vecinos, abrió la ventana de su habitación y se acostó allí usando una máscara con forma de gato hasta que llegaron. Se pusieron a gritar como histéricos, mientras ella se escapaba aprovechando el escándalo. Les dejó una nota, claro.