Incluso la gente triste puede aprender a veces a ser feliz.
Buen Día
Se fue de pie en el metro, esta vez no quiso pelear por un asiento, a pesar de que llevaba ese libro gigante que cambiaba de brazo cada dos minutos. En Los Heroes y en Baquedano subió, como siempre, demasiada gente y la presión la empujó contra la puerta trasera. Era lunes, quedaban cuatro días más de lo mismo.
Le subió el volumen al mp3.
Y sonrió.
Tres Minutos
Lo vio sentarse en una banca al otro lado del parque.
Luego de quizá una hora, se levantó y se acercó.
Sin decirle nada, le tendió una cajetilla de cigarrillos.
Ella tomó uno.
Luego él tomó otro. Fumaron en silencio.
Cuando ella tiró la colilla al suelo y la pisó, él la miró y le sonrió.
Y luego se fue.
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