Victorias mínimas

Despierto a las cinco, me levanto a las cinco y cuarto, termino de bañarme a las cinco y media, no tomo desayuno y salgo de mi casa a las seis. A las siete estoy en el hospital y hablo con la señora de la 1 de la 2 y de la 3. Luego son las ocho y entregamos el turno. A las nueve pasamos visita. Rellenamos papeles hasta las once. Hacemos hora hasta la una. Tomo el auto a la una y media, después del cigarro correspondiente, llego a mi casa a las dos y media y almuerzo hasta las tres, luego el postre hasta las tres y media. Me visto, me lavo los dientes, veo tele y salgo de la casa a las cuatro y media para llegar al trabajo a las cinco. Trabajo hasta las doce. Tomo el auto a las doce y dos minutos y entonces siento que los músculos contraídos durante todo el día se van soltando de a poco en el asiento y me desarmo hasta llegar a mi casa a las doce y media. Abro la puerta a las doce y treinta y uno. Saludo a mi mamá, le digo buenas noches y voy a mi pieza.
Son las doce treinta y cinco y han sido mil ciento setenta y cinco minutos de vida.
Y sólo en los últimos cinco me acordé de ti.