Exigencias.

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Corro,
juro que corro.




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Prohibido.

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Lo primero que ocurre es que los ojos se fijan. La boca comienza a salivar.
Las manos se inquietan, así que las guardo bajo el mantel.
Desde la cabecera de mesa, mi mamá me mira. Fijamente.
Intento despegarme, hacer como que no importa.
Y alguien abre el objeto.
Empiezan a preguntar.
Todos responden con un yo. Hasta que llegan a mi lugar.
Y todos me miran, de pies a cabeza. Y dicen "no", con los ojos.
Pero es más fuerte y no puedo resistirlo.
Me dan ganas de llorar.
Y digo "si, pero poquito".
Y cuando me lo entregan y levanto la cuchara, es como si algo en mi explotara de felicidad.


Pensemos después en las consecuencias.


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