El peso

No sé si escribo para matarte o mantenerte vivo.
Quizá escribo solo para mi. Las palabras te atrapan, te enredan antes de que puedas extenderte en la totalidad de mi, te contienen para prevenir un desastre, para evitar que lo contagies todo. Te sacan de la sangre para que no te acerques al corazón, te expelen para que no inundes mis pulmones, todo mi cuerpo te rechaza. Todo mi cuerpo se rehusa.
Y cuando intentes deslizarte en mi cabeza, gritar. Gritar hasta el agotamiento, gritar hasta perder la voz, gritar hasta la inconsciencia. Gritar para apagarte, para anularte, para silenciarte al fin.
De lo que más me cuesta quitarte es de mi espalda. Ahí te llevo a cuestas, todo el tiempo, inamovible.
Pesas.
Pero no para siempre.

Amen

Hay que exorcisarse.
Hay que exorcisarse
De los demonios,
De los fantasmas,
De las necesidades aprendidas
Y del pasado.

Partidas

Me gustaría no seguir escribiéndote. Me gustaría que no estuvieras en cada palabra, en cada punto (los seguidos y los múltiples apartes), en cada coma.
Supongo que sigue siendo ingenuo pedirte que te vayas.
Cuando la verdad es que te fuiste hace tanto y sólo no me había dado cuenta.

Repetir

Repetir basta hasta el cansancio.
Repetir basta hasta que la palabra rompa la boca, los labios, hasta que rompa la garganta, abriéndose paso al corazón.
Repetir basta hasta acabar con todo.
O hasta que todo acabe con uno.

Domingo

Tengo penas inconmensurables, penas cotidianas, penas repentinas y penas basales. Tengo penas que a veces son alegrías, que a veces son asco, que a veces son derrota. Tengo penas de las que botan, de las que te hacen correr, de las que te quitan el hambre, de las que te la dan. Tengo penas antiguas y penas nuevas.
Hoy en particular, quizá porque es domingo, quizá porque escuché unos discos antiguos y vi unas fotos escondidas que me vine a encontrar, tengo la pena más agotadora, la más incapacitante, la que más duele, en extensión y profundidad. No sé muy bien si es la pena de nosotros o la pena de ti.

Habitual

Te espero.
Siempre parece ser en vano.

Noche boca arriba

"Por favor, necesito despertar, necesito que esto sea una pesadilla", dijo el hombre, llorando, en la camilla del SAPU, mientras limpiaba la sangre de las dos puñaladas que le había dado su hijo hacía 40 minutos.
"Por favor, necesito despertar, necesito que esto sea una pesadilla", dijo el hombre, en la consulta de Providencia, tras decirle que tenía que al menos no fumar por siete días, para poder recuperarse de su resfriado.

Fiestas Patrias

Se murió Bonvallet,
Se murió un poco mi hígado,
Se murió otro poco mi amor por ti.

Artículos.


Tú dueles tanto.
El amor duele tanto.
Nosotros dolemos tanto.

Yo te propongo

Puede que no te ame.
Pero volveré,
te lo prometo.

Espacios

Tengo un montón de vacíos en el cuerpo. No son vacíos propios, son vacíos de ti.
Son los espacios que me quedan incompletos por todas las cosas que he ido borrando, a puro pulso y despecho y alegría y dolor. Y yo sé que el cuerpo no aguanta nada, no esconde nada, no se deja engañar.
Pero la memoria táctil es infinita.
Y mi memoria de ti quiza sea para siempre.

Despedidas

Lo haces tan bien, ese asunto de hacer que te quiera.
Y yo hago tan bien ese asunto de arruinarlo todo.

Something

El chaleco, el gorro, el metro, el frío, Santiago.
Y tú.

Je ne sais rien

Me gustaría no tener nada que perder.
Ni a ti, ni a mi.
Ni nada entre medio.


Cansancio

Hay varios tipos de miserias, pero de todas las existentes, pensar un día lunes que ya es viernes es de las que tienen el poder de barrer con el alma.

4 de marzo

Ayer pasé por ese restoran barato que te gustaba, ese de lastarria. Ya no existe.
Y tú tampoco.

26 de marzo

Creo que por sólo un segundo alcancé a pensar que no te amaba,
hijo de puta.

Never ever

Y no te ibas.
Y no te ibas.
Así que me fui yo.

Un Pacto para Vivir II

Invité a este tipo a un concierto y mientras caminábamos, adelante había dos locas hablando de cosas y entonces una se puso a cantar. Por un rato no pesqué lo que decía, porque estábamos caminando en ascenso y estaba más preocupada de maldecir la cajetilla que me había fumado antes, pero en un momento el camino se aplanó y entonces empecé a escuchar que cantaba Un Pacto y se me revolvió la guata, porque esa es la canción que tú cantas y uno siente que estas cosas son señales divinas que en verdad no quieren decir ni una weá.
Después de un rato me olvidé del asunto, le di uno y muchos besos más al otro tipo, que besaba impactántemente bien, lo que fue a la vez revelador y triste.
Como todas las cosas que han ocurrido desde que terminamos.

Un Pacto para vivir I

Echo de menos las onces, las tardes en la terraza, las explicaciones económicas de tu papá, las ensaladas de tu mamá, la sobremesa eterna de las tardes o de la once, la mesita de centro, tu baño en el que siempre me quedaba encerrada, extraño tu sillón y las miles de siestas que dormí en él, extraño tu piano, la perspectiva de escucharte, extraño tu pieza, los dos acostados en la cama, siendo felices, tu ventilador. Te extraño de tantas formas distintas, extraño quererte.
Las cosas se vuelven menos devastadoras pero más definitivas.

so all over

Recordaré nuestros besos. Tu mano en mi mano, mi espalda en tu boca, tus piernas que ya no eran tuyas, eran mías, como todo lo demás. Recordaré las mañanas, flojas, despertando enredados el uno en el otro. Recordaré tu sonrisa, que no cansaba de mirar. Recordaré la forma en que entendíamos todo, de manera tan nuestra, porque a pesar de ver el mundo desde dos perspectivas, creamos uno donde inventamos la nuestra. Recordaré los desayunos que me llevaste mil veces a la cama, como me arropabas antes de dormir, el pan italiano que siempre nos gustó, las películas en tu sillón, tu piel cerca de la mía. Recordaré tus abrazos.

Pero entonces, muy de a poco, lo intentaré, pensaré un poco en ti, casi como una rutina olvidada, sin añorar, sin recordarte realmente, sin desesperación, pero sin alegría. Y ahí entonces sabré que hemos terminado para siempre y que ya no existes más.

1 Mes y algunos días

Cuando me pesé en la farmacia Ahumada de concepción con providencia no supe cuál era el sentimiento que preponderaba: si la pena por haber terminado o la felicidad de haber bajado 5 kilos por lo mismo.