My own cheating heart (that makes me cry)

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La fiesta se alargó demasiado.
Y en la cocina sólo quedaba ella, lavando la loza, como siempre.
Mauricio la miró desde el asiento, en una esquina, pero ella no levantó la vista de la esponja y el plato. No quería mirarlo. Tenía miedo.
Más miedo que en cualquier otro momento de esos últimos años.

-Deberías dejar de lavar la loza así en algún momento. Es extraño.

No respondió.
Fabián en la cama, en la pieza cruzando el pasillo. Ebrio.
Ella de pie.
Mauricio poniéndose de pie, yendo hacia ella.
Mauricio tomando el plato, dejándolo limpiándose solo con el correr del agua.
Mauricio tomándola por ambos brazos, acercándose a ella, pero con rabia.
O quizá pena.

-Tonta-susurró.
Lo miró. Y no dijo nada.
-Tonta-insistió.

-Lo sé-murmuró ella.


Se dio vuelta, tomó el plato.
Y terminó de lavar la loza.


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begging

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Cerró la puerta.
Los días seguían pasando así y tenía la convicción de que este estaba siendo su último, lento y más eficaz modo de sabotearse: La gente no quiere a las personas tristes.
Botó aire.
Cerró los ojos un par de segundos.

Caminó apenas hasta el sillón. Cansada.
Agotada.
Pensó en que su abrigo rojo debía hacer un buen contraste con el blanco pulcro de su sofá.
Ni siquiera lo había pensado y ya se había sentido profundamente patética.
Se dobló, encogiendo las piernas, en un intento vano de sostenerse, pero la angustia era más fuerte. Se mordió la lengua para no llorar.

Había silencio.
Más de lo común.
Acertó a tomar el teléfono.
Marcó a tientas.

-Aló?
-Ven, por favor.
-... Qué?
-Ven... por favor.



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