vitacura con marquina.

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Me mira desde su silla roja, a un metro o dos metros de la mía.
Me pasa un papel de estos que vienen de a muchísimos, en una de esas cajas con un hoyito en el medio. Me sueno y me limpio un poco la cara. Nos quedamos en silencio por un rato, después me hace respirar con el estómago un par de veces. Me mira preocupada de que me vaya así.

Cuando me estoy yendo, me abraza.
-Te tengo fe-me dice.

No le respondo, sólo sonrío.
Yo también me tengo fe a veces.



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Momentos antes de los 5 minutos.

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Había tenido uno de esos días malditos.
Estaba en la cocina, intentando hacer una sopa de tomate. La cebolla se estaba friendo, había lavado la albahaca y llevaba pelados tres tomates cuando se dio cuenta de que no habían más.
Se quedó de pie con el cuchillo en la mano sin poder reaccionar.

Llevaba cinco minutos así cuando sintió ruido. No se dio vuelta para mirar la puerta, sabía que había llegado Manuel.

Lo sintió detenerse. Seguramente se asustó al verla quieta, de espaldas a él. Escuchó como caminaba. Después lo vio frente a ella.

Sonreía y traía dos bolsas de papel con él.

-Sushi-dijo.

Él desocupó las bolsas, puso la mesa. Incluso puso una vela y apagó las luces. Fue a la radio. Cogió el cd que le había hecho hacía siglos, de cuando aún recién pololeaban.

Sonó Delicate.

Fue a buscarla a la cocina, dejó el cuchillo sobre la mesa, la tomó de una mano y la arrastró al comedor. En vez de ofrecerle una silla le ofreció su otra mano. La tomó.

-Sabes que no entiendo muy bien el inglés-le dijo al oído, muy bajito-. Pero me gusta esta canción.

Lo abrazó muy fuerte.
Hacía meses que no bailaban.