Estaba comiendo algo sin mucha gracia, esperando a que llegara Fernando. Siempre era así. Yo esperaba a Fernando o él me esperaba a mi.
Levanté la cabeza para mirar alrededor y entonces vi que se acercaba por la vereda. Estaba vestido como siempre e iba lleno de papeles, igual que todos los días. Se encontraba a unos metros cuando de repente él me vio a mi y sonrió. Hacía tanto tiempo que no le sonreían así que el estómago le dio una vuelta de carnero entera en la guata.
-Hola!-le dijo él, acercándose para darle un beso de saludo, en la mejilla.
-Hola-respondí, acercándome también.
Apenas se quedó unos segundos, me dijo algo trivial, luego se marchó.
Unos minutos después, llegó Fernando.
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