Magic magic

Había estado triste por meses.
Había estado llorando en los baños, en los asientos de las micros, en ciertos parques y en fin, para resumir, a escondidas.
Había estado fracasando en las metas inservibles de todos los días, en subir las escaleras del metro, en no comer más de 1240 calorías al día, en no ver más de dos capítulos de  breaking bad después de la u.
Me compré un perro y de repente un día había desaparecido. Tuve el presentimiento de que ni siquiera se lo habían robado, sino que se había escapado a una vida más emocionante o mejor o ambas. Supongo que llamarlo kaiser, el nombre más genérico y horrible que puede tener un perro, nunca acabó de convencerlo de que lo nuestro iba a funcionar.

La verdad es que seguí así por un tiempo y luego, de apoco, dejé de llorar en todas partes y sentirme tan miserable. Seguí fracasando en casi todo, seguí sin perro, basicamente seguí un poco en lo mismo. No llegó nadie a arreglarme la vida, ni pasó algo trascendental, como esperaba. No tuve ninguna epifanía, la que en el fondo si esperaba, pero con la resignación del realismo.

Fue lento, fue aburrido, fue normal.
Y así, para siempre.


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