Ayer pasé por fuera de la catedral y se me ocurrió entrar. Me senté en la segunda fila, porque la primera es para la gente que cree un poco más de verdad o con menos que pedir y más que agradecer. Recé un padrenuestro, un ave María y no pude acordarme del credo. Pedí a la vida un par de cosas y ofrecí otras a cambio, para no ser mezquina o ilusa.
Toqué el agua bendita esperando alguna cosa, no sé bien qué.
Es raro sentirse falto de algún Dios.
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