Los pulmones pueden volverse sólidos de repente, haciendo imposible la respiración. Pueden volverse más aire también, lo que también disminuye la capacidad ventilatoria. Ambos son procesos lentos, que se desarrollan usualmente en años, de manera silenciosa.
No son como el agua.
A veces los pulmones se vuelven agua, de un momento a otro.
A veces el agua inunda todo.
Y entonces,
la muerte.
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