para no morir de pena
o salir corriendo.
Me aferro al silencio,
a ver si escucho alguna verdad
o por lo menos una mentira a medias.
Y ahora, lejos,
a las montañas, el viento y el frío.
A los campos, la playa lunar, la madera mojada.
Me aferro con toda mi fuerza y con toda mi vida
a la alegría y al dolor,
y a las vidas que podrían ser.
En el corazón las guardo.
Y luego las dejo ir.
Y luego las dejo ir.
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