Magdalena cruzó la calle casi corriendo. La luz verde estaba parpadeando y odiaba ser de esas personas que cruza cuando sabe que no debe, pero estaba atrasada.
Hacia ella se acercaba otra persona igual de apurada y tuvo que esquivarla. Se imaginó chocando contra el hombre mientras los papeles que llevaba en la mano, todos apilados, volaban de ella y se desparramaban por la calle. Alcanzó la vereda pensando en lo demasiado que escenificaba su vida, pero cuando llegó a la otra esquina ya se le había olvidado.
Otro verde parpadeante.
Empezó a correr, tacos y todo, hacia la calle. Alguien de pronto tocó una bocina, miró a la derecha y vio la cara del conductor reflejada en la suya: la iban a atropellar.
Sintió el golpe en sus piernas y en el costado. Chocó contra algo duro, rodó sobre algo y de repente, el suelo.
Abrió un poco los ojos y acercó su mano a su cara, había sangre. Además, algo le dolía en lugares indefinidos... quizá la pierna o el pecho o la cadera...
Bajó la mano y miró hacia arriba.
Un montón de papeles blancos caían alrededor suyo.
Escuchó una ambulancia.
No pudo evitar sonreír.
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