Mañanas cualquiera.

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Era su primera marcha.

Se levantó temprano, para llegar a la hora. Eran 55 minutos de viaje hasta Plaza Italia y allí tenía que encontrarse con sus compañeros. Se iban a juntar al frente del Telepizza.

Se vistió con unos jeans y se puso zapatillas, para andar más cómoda. Sacó una polera cualquiera y puso lo esencial en su banano: el pase, el carnet, las llaves de la casa, el mp4. Pensó en ir a la cocina a sacar un limón, pero no lo creyó necesario.

Estaba a punto de irse y escuchó a sus hermanos levantarse. Tenían que ir al colegio y eran muy chicos como para participar de alguna cosa. Cuando iba a cerrar la puerta decidió ser precavida y llevar un limón por si acaso.

Fue hacia la cocina y abrió la puerta.

Sintió un escalofrío.

Su mamá la miraba fijamente, colgada desde una viga, justo arriba de la canasta de los limones.


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