vulnerabilidad.
Rutinas.
habitación
La pieza y las paredes vacías a veces se hacían interminables en esos 4 metros de largo y 3 de ancho. La cama a ratos, siempre a la hora de despertar, carecía de límites que pudieran atravesarse y los monstruos y los restos de todo se encontraban juntos y revueltos bajo ella.La pieza siempre tiene cansancios colgando del clóset.Y secretos.Secretos entre las cortinas y la ventana.
Buen Día
Tres Minutos
Nothing Like You and I
Mentira.
Sinceridad.
Cervezas.
La ventana.
Hay un monstruo fuera de la ventana.Y yo sé que un día la va a abrir.Y yo sé que ese día me va a matar.
Pijamas.
Mi abuela no tiene mucho dinero, pero siempre ahorra algunas monedas para comprarse pijamas rosados de satén como los que le compraba mi abuelo antes de preferir el vino, antes de morirse oliendo aún a cabernet sauvignon [el que viene en caja].
Metro
Cuando Andrea toma el metro siempre mira a los demás.Andrea es de esas personas que cree que el amor de su vida está ahí, entre toda esa gente.
Corazón.
El corazón se cansa a menudode todo lo que palpita.Y mi corazón -agotado-se me revienta en las costillas.
Las Flores
Censura.
Las tres con veinte.
Cotidianeidad.
.
No sabían desde hace cuanto tiempo estaban juntos, no recordaban fechas exactas. Se habían conocido en el único día de lluvia del verano y cuando llegó el invierno decidieron que estarían juntos para siempre. Solían tomarse de la mano en primavera, pero ella prefería hacerlo en otoño, cuando metía la mano en los bolsillos de su chaqueta y descubría bombones de chocolate con cerezas al cognac, que él siempre terminaba regalándole.
Él solía abrazarla cuando lloraba y le sonreía cuando preparaban juntos el desayuno todas las mañanas. Le reclamaba porque dejaba la ropa tirada por toda la habitación pero después ella se le encaramaba en la espalda y lo botaba sobre la cama riéndose sin muchas preocupaciones, porque desde que le conociera, nunca más había tenido cosas de las que angustiarse. Cantaban juntos canciones alegres, bailaban descoordinados cuando tocaban música de playa en la radio, tomaban helado y siempre se les terminaba cayendo a los dos. A ella se le pegaban los huevos en el sartén y él era incapaz de preparar tallarines. A los dos les gustaba el arroz con leche y discutían de política y religión siempre al lado de la estufa a parafina que tenían porque no les gustó nunca llamar por teléfono para pedir balones de gas.
Soñaban juntos con conocer Nueva York y Paris, tener un piano de cola y tiempo para ir todos los días al cine. Ella quería escribir un libro y él hacer algún descubrimiento trascendente y famoso para ganar mucho dinero y mantener una familia grande como la que pretendía tener, mientras que ella le miraba feo cada vez que le mencionaba el tema, aunque en secreto, ella quería lo mismo.
Caminaban juntos por Santiago al menos una vez a la semana, en un barrio de media clase y normal. Los domingos se quedaban hasta tarde en la cama y jamás fueron tan felices como cuando después de varios años, tuvieron una niña que tenía los ojos de él y la sonrisa de ella.
Nunca fueron el uno para el otro. Pero por alguna razón, no lograron jamás vivir separados.
Don Manuel.
días comunes.
Que quede en Familia.
Yo, Tú, Ella (part. II)
El Punto (que debiese ser) Intocable
.
Tus sonrisas salen tan finjidas siempre y yo me lo banco simplemente porque te quiero tanto que prefiero bancarte de esta forma que estar lejos de ti.
Yo, Tú, Ella [Part. I]
Enero
Nueve meses y Tres Días
Vidas
Todavía no.
Amigas.
Tiempo.
Francisca
La ventana.
18 años
Mi lugar.
-Toma.
Así, sin más. Haciendo de tripas corazón.
Le entregó sus llaves sintiendo literalmente que entregaba un pedazo gigantezco de ella. Un brazo, quizá una pierna. A lo mejor no debería ser así, no debería sentirse tan invadida, pero... ella nunca cedía espacios, nunca lo había hecho. Para qué molestarse en ceder siquiera un centímetro que alguien colonizaría sin ningún tipo de reparo y luego, ante cualquier cosa, se llevaría sin ninguna culpa?
La mano le tembló cuando las soltó sobre su palma.
Pero entonces, cuando ya estaba a punto de quitárselas en un impulso y salir corriendo lo más lejos posible, lo miró. Y Sebastián estaba allí frente a ella observándola divertido, sonriéndole hasta con los ojos. Y entonces todo el miedo y el pánico y el ultraje se desvanecieron. Él le extendió los brazos, invitándola a su espacio y ella dio un paso hacia él, dejándose abrazar. Y fue en ese momento en el que sintió como de repente todas sus fronteras y todas sus barreras construidas tan cuidadosamente durante tanto tiempo se desaparecían, se fusionaban con líneas nuevas, brillantes, que la envolvían con gusto.
Sebastián le abría su país personal sin ninguna objeción y le entregaba todo. Le daba a manos llenas todo su espacio y hasta toda su persona. Y entonces ella ya no pudo tener más miedo, porque esta vez los dos pisaban por primera vez un territorio nuevo, un país libre, un estado que ambos acababan de fundar. Después de todo ese tiempo y después de toda la búsqueda, ya no pudo tener más miedo u objeciones, porque por fin entendía que había logrado encontrar su lugar, su lugar compartido.
El Testigo.
Cuando Carolina salió a sacar la basura ese día veintisiete de junio del año pasado se afirmó con las dos manos en la pandereta de su casa, apretando la mandíbula muy fuerte para que se le pasaran las ganas de llorar. Porque sólo los débiles lloraban y eso era lo único en su vida que no era, lo único que le quedaba, a pesar de que estuviera tan cansada y a veces ya no quisiera más. Carolina era toda fuerza y eso nunca, nadie, jamás se lo quitaría.
Sin embargo tan pronto se prometió todo aquello, las piernas se le doblaron, los ojos se le aguaron aunque pestañeó furiosamente en un intento vano de evitarlo y la muralla fue la única presente y la única que la contuvo cuando de repente no aguantó más y sin poder evitarlo de ninguna manera, se puso a llorar.
Cuadernos
En el cuaderno de Matilde hay dos tipos de palabras: Las Verdaderas y las Falsas.[Las vacías y las cansadas].
Quizá mañana ya no
millón de años pero nunca se
había dado cuenta.
In english sounds better.
Sandra couldn't stop wondering herself when, exactly, she had became a totally slut.
Julio
Para de ponerle tildes a todas las palabras para que suenen más fuertes en mi memoria, de agregar puntos suspensivos y comas a todas las frases para que se vuelvan más incómodas. Detente. No coloques punto aparte.
Yo ya sé que la historia se malogró.
El momento de mayor Pateticismo
Estaba en otro país. Sola, medio perdida, sin ni un peso y tan desesperada que me tiré al suelo a recoger el cigarro qún encendido que alguien había tirado recién.
Nunca me había sentido tan irremediablemente patética.
silencio
Mi mamá.
corazón.
I Was Done
No fui capaz de sentir nada hasta que llegamos a esa esquina, donde me dijo adiós, nos vemos, con ese tono de voz que usaba para decirle buenas tardes a cualquier persona, subrayándome mi posición de una más entre millones, refregándome en la cara la poca originalidad que tenía yo en su vida. Ni siquiera llovía, era una noche normal para su momento intrascendente, su trámite tedioso. Mientras tanto, yo me quedaba desparramada por toda la calle, incapaz de recomponerme. Intentando sonreírle para que no se diera cuenta. Intentando arrebatarle un poco de la dignidad que me había quitado para protegerme de la vergüenza que sentía, de la culpa y la rabia. Pero sobre todo de la pena.
No sé cómo pude llegar a mi casa. Lo único que recuerdo bien es que ese trayecto, fue eterno.
confieso
Extraño de manera patética las expectativas de nosotros. Y más. Mucho más.
Autoclave
Voy a meter en una olla grande todas mis partes del cuerpo para ponerlas a agua bajo presión. Para que todo se limpie, para que mañana todo parezca que parte de cero aunque nuestros telómeros sigan acortándose en protesta por todos los meses y años que dejamos que sigan pasando por nosotros.
Camila y Santiago.
"¿Santiago?" Pensó, girando la cabeza hacia la persona que había dicho su nombre. No, no... cómo podía encontrarse justamente ahora con alguien si había vomitado hace dos segundos, por dios!
-Camila, tanto tiempo!
Santiago practicamente se abalanzó sobre ella y la agarró por la cintura, abrazándola tan fuerte que de nuevo le costó respirar. La levantó del suelo con el impulso y luego la dejó en el piso, riendo con alegría.
-Santiago...
Intentó sonreír, pero el esfuerzo fue muy grande y patético. De su boca salió una mueca sólo demasiado triste y Santiago se dio cuenta. Primero sólo del tono de voz y luego de la palidez de su cara y el temblor de sus manos.
-Santiago, yo...
Sabía que era estúpido hacerlo incluso antes de hacerlo, pero la necesidad de correr era demasiado fuerte. Simplemente giró en redondo y se alejó corriendo de aquel lugar lo más rápido posible, sabiendo que contaba sólo con la sorpresa de él antes de que corriera tras ella para alcanzarla. Las piernas le gritaban dolor del esfuerzo pero no se detuvo ni siquiera al llegar a la esquina. Se abalanzó hacia la calle sin pensar en nada.
Pero entonces vio un par de luces casi sobre ella y lo siguiente fue un familiar par de brazos empujándola hacia atrás.
-ESTÄS LOCA O QUÉ!!!!
Ella perdió el poco color que le quedaba y el temblor ligero de sus manos se convirtió en algo generalizado. Parecía un mal chiste casi morir justo ahora ante la inminencia de unos meses más. Pero teniendo en cuenta que la vida se le iba en cada segundo y que ella no estaba por la labor de entregarla tan dócil, haberse expuesto tan estúpidamente había resultado simplemente intolerable.
Santiago aún la tenía abrazada, sin entender nada lo que ocurría cuando ella gimió y se puso a llorar. En silencio, sólo dejando correr las lágrimas sin detenerlas ni intentar hacerlas parar. Estaba rendida y demasiado cansada para ello.
-Me voy a morir.
-No te vas a morir, tonta. Aunque si sigues cruzando las calles de esa manera seguramente si-repuso Santiago, entre enfadado y asustado también.
Camila sólo asintió.
-Gracias por salvarme.
Santiago sonrió.
-Es lo que hago cada vez que me reencuentro con un amigo que no veo hace siglos, tú sabes-dijo él con expresión de suficiencia.
Entonces ella lo miró y sonrió.Esta vez de verdad.
Camila
Hacía tiempo no se paraba en ese lugar... El río Mapocho ya no olía mal como antes y ahora habían más edificios con ventanas iluminando el paisaje. La noche seguía siendo encantadora en Santiago.
Realmente encantadora.
Camila se aferró a la rejita que bordeaba el río aún no navegable y la apretó muy fuerte. El fierro estaba frío y ella no era capaz de transmitirle ni un poco de calor porque también ella estaba helada. Estaba entumida. Los dientes le castañeteaban. Y los ojos estaban a punto de lagrimearle porque era incapaz de cerrarlos y el viento se los irritaba. Así que esto era. Esto había sido todo el tiempo.
¿Dónde estaba el alivio? No había ni un poco. Ningún peso quitándosele de encima, sólo pánico anclándola a aquel lugar por todas partes. El viento leve se le arremolinaba y seguía y los autos pasaban cada vez más rápido, las luces más brillantes. No había nada más que ruido. No había ni silencio, ni música, sólo ruido interrumpiéndole todo.
Miedo. Sólo sentía oleadas de miedo inundándole. Miedo y pánico. Porque no terminaría nada jamás. Ahora no lograría tener nada jamás. Nada suyo, ni siquiera una idea original sacada de algún lugar. Ni siquiera una historia de amor que valiese la pena contar, absolutamente nada. "Nada", pensó mientras sentía como comenzaba a respirar con dificultad.
"Nada".
Entonces el miedo le subió por la garganta y de un momento a otro se vio impulsada hacia delante. Vomitó el almuerzo de ese día y ante el espasmo sintió como le temblaban los brazos y las piernas. Jadeaba, no podía respirar muy bien y aquello la asustó aún más.
Después de todo ese tiempo deseando que ocurriera, el conocimiento real de que iba a morirse llegó demasiado pronto y demasiado repentino. Demasiado real. Y junto, terriblemente, por primera vez en cada terminación nerviosa, en cada músculo, cada centímetro de piel de todo su malgastado organismo... por primera vez con el único, intenso, gigantesco y abrumantemente injusto deseo de vivir.
A veces soy feliz.
A veces sueño que mis días son para sonreír un poco,
y no para fumarme un cigarro sólo para sentirme más llena,
aunque sea de humo.
Cosas que Debieran no Pasar
Es increíble el nivel de ahogo que alguien puede producirte en un par de horas.
No se van nunca
Fiesta
La pena de Abril
No sientes como si te faltara algo? Cómo si tus pulmones fuesen deficientes todo el tiempo para respirar? No hay un lugar seguro de esta forma, no hay calidez. Y así empiezo a sentirme cada día más sola, Miguel. Así es como cada día que pasa me siento más sola. Y ya no quiero. Ya no quiero más. Pero por otra parte... es inevitable, no? Porque no hay nadie más que puidera entender este desastre. Esta cosa extraña en la que me convertí al final. Dónde estás, Miguel? Estás con otra? Estás caminando en calles bonitas con ella, mostrándole las cúpulas de los edificios, enseñándole a mirar hacia arriba cuando pasea por la ciudad, como me enseñaste a mi? Miguel... le regalas flores? La abrazas cuando se acuesta al lado tuyo, le pasas tu pierna por encima de la de ella, para que se siente más a salvo? O ella no tiene tanto miedo como yo...? O ella no está tan malditamente asustada cómo yo?
Me canso Miguel, me canso y no aguanto más. Porque ya sabía que la vida era amarga antes de conocerte, ya sabía que estábamos solos y que al final siempre era vivir juntos y morir solos... Pero saberlo después de saber que contigo la vida podía sentirse más cielo que tierra embarrada, después de comer panqueques con jugo de naranja en polvo en las plazas de esta ciudad que ahora se ve tan apagada... saberlo ahora me ahoga, de verdad me ahoga.
Me ahogo Miguel. Me ahogo. Y no estás. Y hoy recorro por última vez todos los lugares que teníamos. Porque desde hoy ya no busco más. No te busco nunca más, me rindo. Ya basta.
Por favor, ya basta.
Ese
Te quiero, no te quiero, te quiero, no te qiero, te quiero, no te quiero, ¿te quiero?, ¡no te quiero!, ¡Te Quiero!, ¿No te quiero?
no. ya no te quiero.
Sadly ever after
No sé que nos pasó, éramos felices. Comprábamos girasoles los sábados en los leones con av. 11 de septiembre y el pan caliente en la panadería de la señora Liliana.
Creo que sólo discutiamos por las películas que íbamos a arrendar los martes. A ti te gustaba jurassic park y yo siempre quería ver lo que el viento se llevó.
quizá era que a ti te gustaba siempre Mely. Y a mi nunca me gustó Ashley, siempre preferí a Reth.
El parque
Y te acercaste y me diste un beso apenas.
No sé como te fuiste ese día, no sé como comencé yo de nuevo ese día. Pero fueron años. Y yo descompuesta, totalmente estropeada, basureada en el suelo sin querer dar ni un sólo paso más en la vida, aún así, avancé. Te corrí, te moví, te escondí de todas partes. El parque se transformó para los niños, las calles para caminar con otra mano, con otro pelo, otras conversaciones, más largas pero más insignificantes. Los años se transformaron en aniversarios con otros regalos, regalos de tienda y flores nunca más naturales ni tulipanes, sino girasoles, de esos felices, girasoles felices me daba él, girasoles felices, entiendes! Felices a mi!
y entonces por qué, dime, dímelo que no puedo entender nada. Entonces porqué, porqué, porqué hoy después de todo, de girasoles y regalos de mierda y hijos, hijos de mi misma, hijos que quiero, que me obligaron a querer, dime porqué volviste hoy al parque, porqué te paraste frente a mi como si necesitaras tocarme de vida o de muerte, porqué me tomaste las manos y después los brazos mientras el mundo se caía ni siquiera a pedazos sino que a millones de kilómetros por hora frente a mis ojos, porqué me miraste como cuando las cosas ya no dan más, como cuando las cosas explotan y se desbordan. Dime... por favor dime porque me obligaste, porque me hiciste mirarte a ti, a ti bastardo maldito, como me miraste hace ocho años, porqué me hiciste mirarte como cuando se mira cuando las cosas se acaban, cuando las cosas terminan de una vez por todas, si yo sé, lo sé en cada hueso y en cada articulación, en cada maldito trozo de carne de adentro que es mentira, que esto jamás se va a acabar. Que nosotros nunca nos acabaremos porque somos tú y yo y yo y tú y porqué me hiciste acercarme y darte un beso de apenas en tu boca seca por los años, por la desesperación y por mi.
Dime porqué me hiciste elegirlo de una vez por todas, tan de mentira, tan por deber, tan por sus girasoles felices de mierda, sólo porque con él no hay tristeza, no hay complicaciones, no hay felicidad ni siquiera encanto. Hay sólo piezas tranquilas, un jardín, libros en las repisas y harina para hacer el pan.
Aunque siempre hay también un poco de ti.
Magdalena y el Otoño
Entonces Magdalena se dio cuenta de que se negaba por primera vez. Se negaba a querer, se negaba a amar, a empeñar la mirada minutos interminables en momentos inadecuados, a esperar respuestas afirmativas, a anhelar abrazos, besos, a entregar su anatomía completa, repleta, al cualquiera siempre renuente que pasaba. Se negaba porque ya bastaba. Se negaba porque era suficiente de piernas fallidas por la pena, era suficiente de rostros deformados de celos terribles, de tanto sentimiento inservible, agotador. Ya era suficiente, ya no quería más.
Magdalena, por primera vez, quería sólo vivir de a poquito, de apenas. No quería la vida completa, quería lo suficiente. Magdalena renunciaba al sufrimiento. Y Magdalena también, completamente consciente de ello, renunciaba también así a su felicidad.
Gracia y Sara
me dan ganas de tomarla de la mano,
rozar su pierna pierna o
darle un beso.
cinco años después.
Novia Des-fugitiva.
11 meses y 22 días
Historias de Amor
Yo siempre espero, hasta la última frase, que Santiago Nasar no muera.
Bésame Mucho.
Yo suponía que hacer el amor con alguien debía ser complejo y, desde este punto de vista, simplemente mucho peor. Complejo porque mis peores decisiones siempre son con Vodka y esa noche lo tenía tan repartido por todo el cuerpo. Complejo porque, perdóname, tú no bebes nunca y esa noche habías tomado justo los últimos sorbos de mi vaso. Complejo porque, mierda, en dos días más, tú, católico hijo de puta, te vas a estar casando con la mujercita de los jeans talla 36. Ay, ¡tan complejo!, después de decirte casi sesenta y tres veces te amo, sin ninguna censura de mi parte, y por los sesenta y tres te amo que me respondiste de vuelta.
Yo imaginaba que hacer el amor con alguien debía ser complejo. Pero hacer el amor contigo fue lo más sencillo que he hecho en mi vida. Fue lo que siempre debería haber ocurrido. Fue tan sencillo como charlar cuatro horas por teléfono, como reírnos al hablar alguna cosa, como discutir porque sí.
Fue casi tan sencillo como darme cuenta de que ya era demasiado tarde para haberse percatado.
4 am.
Welcome, Ghosts- Explosions in the Sky
track 4.
Murallas
15 años después.
Mi mamá se pudre en la cama, aún. A mi me da pena verla, me da pena de hija. A veces la siento en una silla y le peino el cabello, la lavo por partes con el pañito que ella usaba para bañarme a veces, cuando era chica. Yo sé que no me quiere, porque a veces me mira como disculpándose. Pero yo la quiero. Yo la acuesto y le toco Claro de Luna en la noche. A veces llora. Porque Claro de Luna es la canción que mi papá le tocaba cuando ella amaba y era feliz. Cuando la vida era suya. Cuando mi papá todavía no le deshacía el corazón, cuando aún la quería y no la había abandonado dejándole 10 millones de pesos y un papelito.[que decía "Me Voy".]
Marina.
¿De dónde sacar mi amor?
¿De mi piel escamosa por los días en cama? ¿De mis interiores completos de mierda? Quizá de mi alma, rota y cochina, quebrada por el peso inmenso de una vida de mierda que se me acumula bajo las uñas. Los pies que me pesan tanto se me vuelven ligeros fuera de esta habitación y este hogar fundado sobre arena, arena de la mala, arena de la misma que estoy hecha yo. Y mi pobre hija, pobre! Pobrecita llorando fuera de mi puerta, maldita, que se vaya porque yo, yo no la quiero.
-Marina VETE!
Pero Marina no se va. Porque Marina es mi hija. Y en veinte o treinta o cuarenta años seré La señora que le hizo la vida una mierda y tendrá depresión y a su hija, que llevará mi nombre como una cruz, no la querrá. Porque la vida es una y la vida es SUCIA y la vida no dejará que huya nunca, ni de su madre, ni de su pasado, porque yo tampoco me iré jamás. Seguiré en esta pieza, junto a la ventana que da al techo, el techo que junta calor, mientras la calle se vacía de niños y de madres y de ruido y deja la noche. Y la noche se acabará siempre, acabará para dejarme un día más, otro maldito y lerdo día más en el que los pies me pesen, no pueda levantarme, Marina llore de costras de polvo y hambre y yo llore por no saber como quererla, ni un poco, ni un sólo poquito.
Las Nubes.
Fabián miró hacia arriba.
-Yo veo puros picos-dijo.
Y entonces, muy rápido, la miró, le sonrió y se inclinó para darle un beso.
Él.
No lo entiendo. De veras que no. Y no sé qué es lo más terrible, no sé si verte siempre o no verte nunca más. No sé que es más triste, si haber creído querer a tantos como te quise a ti, o admitir la mentira hoy. Eres todo el dolor, todo el dolor en mi cuerpo. Eres los ojos que vi en él, la boca en otro, las pestañas de ese. La forma de cara, las manos. Para qué negarlo? Me vuelvo cada vez más ineficaz en ello. Y me asusta, me asusta la vida entera de esta forma. Y si no hay nadie que aparezca? Nadie que te borre, por fin? Tiene que haber alguien con otras formas, alguien, por Dios, porque soy capaz de implorarle a Dios y a todos con tal de que esto se acabe por fin. Porque pareciera que ni siquiera quiero sacarte, ni siquiera. Pero ya basta, por favor, ya basta. Lo ruego, lo ruego, lo imploro, con todas mis fuerzas. Porque tan imposible como Ashley eres igual de tortuoso que Heathcliff y tan doloroso como Rick. Excepto que nosotros nunca tuvimos a París y jamás la podremos tener. Y eso es lo que pesa, que jamás es demasiado tiempo y yo autoimpuse la promesa, yo te lo dije, yo lo escribí. "Te voy a querer para siempre. Adios."